LANDSCAPES

1, 2, 3...

[Se levanta el telón]

Mientras el universo ronca, Enric Montefusco resuena por todos los rincones dejando tras de sí esa ebriedad hardcore que le acompañó durante años en las largas noches por carretera. El desamor ha invadido Polonia (¿o era Barcelona?). Romper un silencio así NO tiene perdón (aunque luego comprobaremos que desdecirse, a veces, puede suponer el mayor de los aciertos).

Pasar la noche en los lavabos. Un cruce de miradas mientras repostamos gasolina. Enfrentarse a lo cotidiano en una guerra sin cuartel. Ordenar el ataque combatiendo a través de batallones de palabras. Los vencedores han resultado ser los vencidos y la victoria deja un sabor agridulce. ¿Merece realmente la pena salir airoso?

La guitarra de Piti Elvira ametralla sin piedad al enemigo, mientras Enric apuñala por la espalda a todo aquel que sobrevive. Estos tipos están preparados para todo lo que les venga y, mientras tanto, yo sólo puedo soñar que hablo por el hueco de su escalera. Y es así como por fin me doy cuenta de que lo único que quiero es morir fusilado.

Esto es una declaración de principios en toda regla. Ni más ni menos. A través de mi risa la vida les pide perdón. A través de la risa de todos los que escuchan su demoledora lírica. La felicidad mide exactamente 12 pulgadas y esta vez no todas las lágrimas son amargas.

Los golpes de batería de Ricky Lavado se convierten poco a poco en mis latidos. Hijos de puta. Tened piedad y matadnos a todos de nuevo. La vida es una insoportable película en blanco y negro y es tan sólo esta cruenta batalla, estos pequeños combates cotidianos, lo que la dotan de diminutas e imperceptibles pinceladas de color.

Así sí, camaradas. Así sí que merece la pena.

1, 2, 3...

[Se cierra el telón]

vivalaguerra, joder...

("Acerca de «vivalaguerra» de Standstill" - J.)