Hace ya algunos siglos (o al menos esa es la sensación que tengo) una persona muy especial me regaló un muñequito de color naranja. Por un lado del muñeco se puede observar una carita feliz. Por el otro, una carita triste.
Lo tengo colgado en la pared del escritorio. A mis amigos les llama la atención que todas las mañanas gire el muñeco adaptando su cara a mi estado anímico diario.
Hoy, el muñeco se ha despertado con la carita triste...
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